viernes, septiembre 29, 2006

La estación se va, y queda el tren.


Caigo de pronto, café, pálido y me tiendo a tu paso, el tiempo lo entiendo como regla y no como precepto de tus labios, la estación se va y se queda el tren, lleno de ti, vacío, era el último y acaba por envejecer, al menor impacto del viento, ahí, a destiempo, decide gritar en rechinidos sordos que se confunden por el leve crujir de las hojas que caen de pronto, cafés, pálidas, se tienden a tu paso para ser tiempo, para ser regla, para ser precepto, para serlo todo, Otoño ~cediento~ y no de sed, ni de tus caprichos hojas secas... que caen de pronto envueltas en estas letras siguiendo la ruta de mi ortografía.



Hoy, tu, sentada, extrañándome, y con la pantalla de tu ordenador así, oliendo a mi.