Arde, sin miedo,
abandona tu silencio
y quédate en mi,
en mi dulce juego.
Pronto dejarás
de temblar y titubear.
Se ha cerrado la puerta,
y ahora,
solo te queda respirar
ese tibio aire,
ese que nace
en nuestras ropas
al caer,
para tapar
tu fría timidez,
esa que me gusta provocar,
de diez en diez.
Contando los diez dedos que le hacen falta a tu espalda. Aun los tengo TODOS yo.
<< Home